Como viajar a Marte

Hace unos meses, la periodista Rosa Montero , visitaba una UCIN y así la describía: “Entrar en la unidad es como viajar a Marte; hay máquinas increíbles por todas partes, modernísimos y complejos aparatos de luces parpadeantes que te hacen pensar en el puesto de mando de una nave intergaláctica”
Ante el ingreso de un hijo recién nacido, el camino planeado cambia, los padres son transportados a un mundo extraño, con alta tecnología, alarmas, y gente desconocida hablando un lenguaje diferente. Un lugar donde además, hay unas normas que se espera que cumplan.
Las madres se están recuperando, algunas no sólo del parto, sino de alguna enfermedad, o de una cesárea, pero se van a casa con los brazos vacíos.
Y en esa situación, empiezan a afrontar la lactancia, una lactancia deseada y pensada, pero completamente diferente a la soñada.
La separación madre-bebé es reconocida como una barrera para el éxito de la lactancia materna.
La separación es inevitable.
Pero hay otras barreras que los propios profesionales ponemos y que se pueden y deben evitar, como la falta de formación, no tener acceso 24h para los padres, no implantar el cuidado canguro, no informar a tiempo a la madre, dar información contradictoria, ofrecer biberones y no pecho cuando el bebé está preparado para poder ser amamantado etc…
En nuestra mano está cambiar nuestras prácticas hospitalarias, nosotros debemos ser los promotores del cambio, superando las barreras que encontremos y trabajando día a día, consiguiendo pequeñas metas, cada vez más, y así, ofrecer cuidados de calidad y basados en la evidencia.
Nadie está preparado para vivir una experiencia como la del ingreso de un hijo recién nacido, nuestro apoyo es imprescindible para sobrellevarlo de la mejor manera posible.