
Mi hijo Mario nació con 36 semanas de edad gestacional, durante más de treinta y seis horas no recibí apoyo alguno a la lactancia. Tuve muchas dificultades para iniciarla porque mi bebé era muy pequeño y no cogía el pecho. Pedí insistentemente que por favor alguna matrona u otra profesional viniera a ayudarme, haciendo todos los profesionales caso omiso a mi petición.
Fueron las primeras horas de vida de mi hijo que peor he vivido, con mucha angustia, miedo y preocupación por el bienestar del bebé.
Lo único que se les ocurrió fue “ofrecerme” biberones cada dos horas para evitar que el niño hiciera posibles hipoglucemias y tenerlo que dejar ingresado en la unidad de neonatos. Viví ese momento como el principio del fin de mi lactancia con mi hijo, estaba deseando salir corriendo del hospital para buscar esa ayuda que necesitaba, porque después de cuatro años de experiencia en lactancia con mi hijo mayor sabía que existían profesionales ajenos al hospital que me podían ayudar.
Afortunadamente no tuve que esperar a salir del hospital porque una profesional desinteresadamente fuera de su horario de trabajo a través de una amiga me ayudó, vino a hablar conmigo, a explicarme y a enseñarme cómo lo tenía que hacer. Me dio tranquilidad, confianza y seguridad y ya en el mismo hospital conseguimos quitarnos los biberones de encima e iniciar la lactancia con mi extracción manual del calostro. No fue un camino fácil, pero siempre la tuve ahí, para cualquier duda, preocupación estaba ella, y en estos momentos llevamos ya dos meses de lactancia feliz.
Pienso que falló todo. Debería haber una profesional experta y formada en lactancia materna que desde el momento cero del nacimiento del bebe esté en estrecho contacto con la madre para solventar todas las dificultades. Afortunadamente y puesto que el proceso de lactancia es algo natural, la mayoría de mamás la inician sin ninguna dificultad y me alegro por ellas, pero en un extremo también estamos otras mamás que el inicio nos supone un verdadero camino de obstáculos que nos hace sufrir mucho, tanto a nosotras como al bebé, y que una buena profesional en la materia podría solventar. Me angustia pensar que mi hijo pueda tener un día alergia a la proteína de la leche, por ejemplo, por esos malditos biberones y que la simple ayuda que recibí pasado día y medio del nacimiento de mi hijo la hubiera podido evitar si hubiese venido esa ayuda mucho antes. No me extraña que muchas madres en situación parecida a la mía acaben abandonando la lactancia materna, abandonos que esa importante ayuda como la que yo recibí evitarían.
Siempre he tenido muy claro mi objetivo: conseguir una lactancia duradera, feliz para mi hijo y para mí, todo lo duradera que ambos deseemos, y para ello no escatimé recursos con mi otro hijo y por supuesto no lo haré con este, pues a pesar de la experiencia de cuatro años de lactancia, me he dado cuenta que nunca se sabe lo suficiente y que siempre pueden surgir nuevas y diferentes complicaciones, como ha sido en mi segunda experiencia, y si me surgieran otras dificultades tengo claro que recurriré a profesionales en lactancia sin escatimar nada.
Gracias, gracias por todo. Me ayudaste muchísimo y ojalá te hubieran puesto en mi camino en el momento cero del nacimiento de mi hijo. Qué distinto hubiera sido todo y cuánto sufrimiento me hubiera ahorrado.
Muchos besos. Julia.

Julia
Madre de Mario, prematuro
- Skills needed:
- Categories:
- prematuro tardío